Cómo diseñar un jardín zen

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Diseñar un jardín zen puede tener diversas finalidades. Por lo general, los amantes del budismo y otras formas de pensamiento oriental optan por este tipo de espacios que se orientan a la meditación y la relajación.

Este tipo de espacio se engloba dentro de lo que llamamos jardines japoneses. Su nombre verdadero es Karesansui, que se puede traducir como jardín rocoso. Entre sus componentes, se encuentran sobre todo guijarros, grava, arena, cantos rodados y musgos.

Cómo hacer un jardín zen

Dicho esto, y ya que te podemos proveer de todo el material que necesitas, veamos cómo se hace un jardín zen. Dado que apenas necesita agua, es perfecto para zonas como la nuestra, bastante cálidas.

Por eso, a la hora de comenzar con el diseño de este jardín rocoso, evalúa el espacio del que dispones. Recuerda, puede ser tan grande como un patio. También podría ser tan pequeño como una bandeja. No existen restricciones mínimas ni máximas en este caso.

Una vez evaluado el espacio, lo tienes que delimitar. Para ello, puedes utilizar pequeños muretes de piedra o madera. No obstante, otras opciones pasan por el uso de moldes de arena o grava, tierra de jardín, etc. El caso es contar con una matriz que contenga el jardín al completo.

Dado este paso, toca armar el marco. Si usas madera, utiliza tornillos o clavos para unificar tablas y decora con un pintado y un barnizado.

Ahora, llega el momento de cubrir la base. Lo primero, añade un cubre suelos antimaleza o malla asfáltica. Así, dejarás el espacio libre de malas hierbas, aspecto primordial para que la grava quede diáfana.

Sobre la malla, tal como hemos comentado, añade la grava de forma uniforme y perfectamente nivelada. También puedes usar pequeños cantos rodados.

Ahora, llega el momento de crear el paisaje. Para ello, añade rocas, piedras de colores, rocallas, troncos viejos, musgos, etc. El caso es lograr texturas y formas interesantes. Eso sí, siempre con elementos naturales. El resultado ha de ser sencillo, pacífico y armónico.

Finalmente, toca rastrillar en movimientos curvos como si fueran ondas de agua. ¡Ya tienes tu jardín zen perfecto!

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